miércoles, 18 de febrero de 2015

Mimprescindible



"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles". Bertolt Brecht

Pues de eso quiero escribir hoy, de ese hombre que me acompaña desde hace 13 años (son algunos más, en realidad todo empezó hace 17, pero es una larga historia, así que lo dejamos en los 13 oficiales). Hace mucho que quería escribir sobre él, pero no encontraba las palabras. Necesitaba darle un apodo para mi blog y hoy por fin lo he encontrado al leer esa frase de Bertolt Brecht: él es uno de esos hombres que luchan toda la vida, uno de los imprescindibles.

Siendo solo un adolescente aprendió que algunas cosas estaban por encima de salir los fines de semana a divertirse. La lucha estaba en casa y con la edad de tener la cabeza llena de tonterías él la tenía llena de asuntos importantes y siempre estuvo a la altura. Poco después, sin haber cumplido aún ni los veinte, decidió que había encontrado a la mujer de su vida y estuvo al pie del cañón hasta que esta tonta se dio cuenta de lo que tenía al lado. Los años de formación también fueron de lucha, poco importó que para conseguir tener la profesión que quería tuviera que trabajar de sol a sol y lejos de casa por un mísero salario durante dos años, que luego tuviera que irse al extranjero otros dos a estudiar en un idioma que no dominaba y que, a la vuelta, y con planes de boda, tuviera que irse a trabajar a otra ciudad.

Pero la vida le recompensó y le trajo de nuevo a casa, con el trabajo perfecto y con un bebé en mi barriga. Y aquí continúa la lucha, llevando sobre sus hombros la pesada carga de ser él básicamente el que paga las facturas, trabajando más de 12 horas diarias y entrando siempre por la puerta de casa con una sonrisa y con fuerzas para jugar con nuestro acaparadordetiempo, bañarlo, darle la cena y salir después a correr un rato para mantener una de sus aficiones... Y cuando por fin nos hundimos los dos en el sofá en el silencio de la noche, todavía es capaz de preguntarme ¿quieres algo? y me trae un poquito de chocolate...

Por todo eso, el apodo que tiene entre sus amigos no me sirve, él es grande. Él es capaz de hacer todas esas cosas que yo no sé. Sabe no perder los nervios con nuestro acaparadordetiempo, puede aguantar el ritmo día tras día durmiendo una media de 5 horas y cuando llega el fin de semana decir que sí a cualquier plan que merezca la pena aunque implique conducir 100 kilómetros y volver en el día (y aunque ese sábado le haya tocado trabajar de 5 a 10 de la mañana). Sabe relativizar y quitar importancia a lo que no la tiene, sabe ignorar los pequeños defectos de los demás y querer a cada uno por lo esencial de su ser, sabe cortar jamón finito, abrir los botes sin esfuerzo, cambiar las ruedas del coche, hacer un salmorejo exquisito...

Quizás tardé en darme cuenta de quién era ese hombre que tenía a mi lado, pero hace ya muchos años que lo tengo claro, y hoy he encontrado la palabra: él es mimprescindible.