martes, 22 de julio de 2014

Mientras tanto


Llevo días con la cabeza llena de imágenes terribles que la televisión e Internet nos enseñan sin ningún pudor y sin ningún respeto (a ellos, por supuesto, no a nosotros). Llevo días con un profundo sentimiento de no saber cómo se puede llegar a esto y, lo que es aún peor, cómo se puede salir. Y entonces me he acordado que hace casi 16 años, el 17 de diciembre de 1998, vi en directo cómo EEUU bombardeaba Irak sin aviso y sin motivo (oh, perdón, sí había un motivo: tenían armas de destrucción masiva…). Aquello me impresionó muchísimo. Cortaron la emisión en prime time para mostrarnos al mundo en directo cómo caían las bombas y los misiles a miles de kilómetros. Aquellas imágenes oscuras con las líneas verdes de los misiles cayendo sobre las casas se me quedaron grabadas para siempre. Ese día me costó dormirme y, como siempre, como ahora, saqué lo que me dolía y lo puse en un papel. El resultado fue esta poesía adolescente y hoy quiero escribir otra vez de este dolor, pero no se me ocurre nada mejor. Lo único que quiero añadir es una triste reflexión… No solo no hemos cambiado, vamos a peor. No seamos insensibles al dolor ajeno, por mucho que la televisión e Internet nos lo muestren como algo natural. No lo es, ese dolor que nos muestran no es natural, lo causa el ser humano, cada día más inhumano.

Mientras que tú duermes,
suenan sirenas de alarma;
mientras que tú duermes,
un estallido perturba su calma.

Mientras que yo escribo,
llora un niño, tiene miedo;
mientras que yo escribo,
otros, moviendo un solo dedo,
destruyen todo lo vivo.

¿Cuántos niños quedarán solos?
¿Cuántas casas destrozadas?
¿Cuántos corazones rotos?
Tan solo por demostrar quién manda.

El todopoderoso ataca de nuevo,
morirán miles de inocentes
como ya pasó en Sarajevo.

Reyes del mundo, amos del universo,
dueños de la libertad,
cumple sus normas o morirás,
camina por donde te mandan
o de nuevo llegará
el hombre americano
a defender la justicia y la paz,
bajo una máscara democrática,
actuando cual tirano.

Mientras que en Japón se levantan
para ir a cotizar a la Bolsa,
¡cuántas bombas estallan!
¡cuántas vidas quedan rotas!

Mientras que tú duermes,
mientras que él se levanta,
mientras que yo escribo,
todos contemplamos otra vez
el espectáculo de la guerra
como si una película fuera;
pero esto es realidad,
ahí no hay montajes, todo es verdad.

Si en algún momento escuchas
en la tele a una persona gritar,
es que alguien, desde ese instante,
no volverá jamás a llorar.

Y mientras tanto a nosotros
con apagar la tele nos basta,
y a este mundo de locos
volvemos la espalda.

Continuará el todopoderoso
mandando sobre todos,
imponiendo su poder;
y mientras tanto otros
cogeremos un trozo de papel
y con rabia escribiremos
palabras para un sentimiento
de inmensa impotencia,
de no saber qué podemos hacer.