lunes, 10 de abril de 2017

Semana Santa sin humos

Ayer fue Domingo de Ramos, dos procesiones vi con mi marido y mi hijo de 5 años porque tengo el suficiente sentido común para dejar a mi otro hijo de 2 -y su carrito- en casa de la abuela.

Volvimos a casa apestando a tabaco gracias a aquellos que piensan que en las bullas de Semana Santa es normal ponerse a fumar. En el primer caso, un grupito de chavales de 16-17 años decidieron ponerse a fumar todos a la vez (la mayoría cigarros, uno un purito) mientras esperábamos hombro con hombro (y niño en brazos, claro) en la calle Francos para ver la Borriquita. Pasaron olímpicamente de varios de nosotros que estábamos con niños y les dijimos que cómo se les ocurría ponerse a fumar ahí. 

En la siguiente procesión conseguimos primera fila. Mi hijo y otra niña piden caramelos y yo les regaño por tocar a los nazarenos en el brazo para llamar su atención o preguntarles veinte veces al que se ha parado delante. -Si no contesta no le preguntéis más, no molestéis. Les digo yo. Tampoco les dejo cruzarse entre los nazarenos aunque al otro lado haya un generoso nazarenito repartiendo caramelos a tutiplén. -A los penitentes no se les pide, los que van de negro o sin capa tampoco suelen llevar caramelos, cuando llega el paso se guarda silencio... y así con todas esas normas no escritas de sentido común que todos hemos aprendido desde pequeños.

¿Todos? ¿He dicho todos? Ojalá... En este segundo caso teníamos a nuestro lado a un grupo de 5 o 6 tíos de veintitantos o treintaypocos, vamos, poco menos que yo, cada uno con un puro en la mano "porque era su tradición". Al pedirles que al menos echaran el humo para arriba para no darle a los niños me dijeron con acento no andaluz (lo cual no influye, los fumadores del primer caso eran sevillanitos) que ellos vienen cada año y es su tradición fumarse un puro. Ole ahí. Y lo tienen que hacer en plena Cuesta del Bacalao un Domingo de Ramos. 

Podría quedarme en los que fuman en las bullas, pero ¿y los que piden paso a los nazarenos para cruzar al otro lado con un par de copas en las manos? ¿Y los listos que quieren ponerse en primera fila con cualquier excusa barata? ¿Y los que quieren meterse con carritos de niños hasta el recoveco más recóndito de Sevilla? ¿Y los que suben a hombros a sus hijos para que vean bien y a los de detrás que les den?

Que no, que el sentido común es el menos común de los sentidos. Ayer volví a comprobarlo. Pero no me cansaré de enseñarle a mis hijos a disfrutar de la Semana Santa (y en general, de lo que sea) sin molestar. Los que me conocéis sabéis que no soy una rancia sevillana ultra de la Semana Santa ni mucho menos, pero tengo una premisa: si vas, respeta a los demás. Para fumar, hartarte de copas o pegar voces con los colegas te vas a otro lado. De la Semana Santa se puede disfrutar de muchas formas, yo lo hago y no precisamente desde la perspectiva religiosa, pero siempre desde el respeto. No hay más.