Sweet Briar fue mi primera
experiencia americana, mi primera vez lejos de casa durante un tiempo largo, mi
primera oportunidad laboral. Allí me di cuenta de que era más feliz enseñando
español que enseñando inglés, y conocí a la persona que se convirtió en mi
modelo a seguir como profesora. Aprendí lo difícil y a la vez enriquecedor que
es convivir con personas desconocidas, de diferentes nacionalidades y en otro
idioma. Observé por primera vez mi propio país desde la distancia,
con otra perspectiva, y empecé a valorar cosas que hasta entonces me habían
pasado desapercibidas. Empecé también a descubrir un país nuevo que hasta entonces
no me caía demasiado bien aunque no lo conocía, y fueron cayendo los tópicos y las generalizaciones
y apareciendo personas con nombre y apellidos que me abrieron sus casas, sus
vidas. Aquel año empecé a ser adulta.
Y es en esas personas que conocí
allí en las que pienso hoy. Muchas de ellas se quedan sin trabajo con una edad muy
complicada después de dedicarle muchos años de su vida a Sweet Briar. Me
imagino que los profesores no lo tendrán tan complicado para encontrar otra
cosa, no lo sé, pero ¿y toda la gente de mantenimiento, del comedor, de
administración…? Y luego están las estudiantes que no terminarán sus carreras
en la universidad que eligieron y de la que se sienten parte. Quien nunca ha
estado en una universidad americana le parecerá que eso no es para tanto, pero
sí lo es. Allí casi nadie estudia en la universidad de su ciudad, por lo que
decidirse por una en concreto, en muchos casos a miles de kilómetros de casa,
es una apuesta por un tipo de educación, por un nombre, por un futuro.
Sweet Briar cierra sus puertas, pero
a mí me las abrió hace 11 años. Me abrió la puerta a un país y a una gente
maravillosa y también a una profesión. Ahora se acaba una etapa, se acaba Sweet
Briar, pero no lo que allí aprendí. Enseñar español, nuestra cultura y nuestra
literatura española, es lo que más me gusta y seguiré haciéndolo, volveré a
entrar aunque tenga que ser por la ventana, por una de esas que dicen que se
abre cuando se cierra una puerta. Gracias por todo Sweet Briar. Y mucha suerte
a todos, siempre en mi corazón.
Seguro que habrá muchas puertas y ventanas abiertas para ti, porque te lo mereces y porque sabrás buscarlas, para suerte de tus futuros alumnos. Ahora sólo quiero decirte que me enorgullece tu preocupación solidaria por los trabajadores y estudiantes de Sweet Briar, y me encanta que conserves siempre un sentimiento de afecto y gratitud hacia la institución que te permitió empezar a conocer al pueblo norteamericano y su cultura. Y ya se sabe que conocer es amar.
ResponderEliminarMaría, me encantó lo que pusiste, hoy leía sobre Sweet Briar en Higher Ed y nunca me imaginé que tuvieras esa conexión. Qué pena para todos, incluyendo a los profes, con el mercado de trabajo como está... Abrazo solidario.
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