jueves, 5 de marzo de 2015

Cuando una puerta se cierra

Hoy me ha resultado difícil ir a trabajar. Bueno, más que difícil ha sido triste. La universidad a la que pertenecemos cerrará en agosto, así, sin más. Todos sabíamos que tenía problemas económicos pero no esperábamos una resolución de este calibre y tan repentina. Nos enteramos ayer por la tarde, a eso de las siete, y durante unas horas nos vimos en el paro sin esperarlo. Finalmente parece que nosotros, el programa de study abroad, nos vamos a salvar porque nos “adopta” otra universidad también de Virginia, pero no puedo dejar de pensar en todos los que no se salvan…

Sweet Briar fue mi primera experiencia americana, mi primera vez lejos de casa durante un tiempo largo, mi primera oportunidad laboral. Allí me di cuenta de que era más feliz enseñando español que enseñando inglés, y conocí a la persona que se convirtió en mi modelo a seguir como profesora. Aprendí lo difícil y a la vez enriquecedor que es convivir con personas desconocidas, de diferentes nacionalidades y en otro idioma. Observé por primera vez mi propio país desde la distancia, con otra perspectiva, y empecé a valorar cosas que hasta entonces me habían pasado desapercibidas. Empecé también a descubrir un país nuevo que hasta entonces no me caía demasiado bien aunque no lo conocía, y fueron cayendo los tópicos y las generalizaciones y apareciendo personas con nombre y apellidos que me abrieron sus casas, sus vidas. Aquel año empecé a ser adulta.

Y es en esas personas que conocí allí en las que pienso hoy. Muchas de ellas se quedan sin trabajo con una edad muy complicada después de dedicarle muchos años de su vida a Sweet Briar. Me imagino que los profesores no lo tendrán tan complicado para encontrar otra cosa, no lo sé, pero ¿y toda la gente de mantenimiento, del comedor, de administración…? Y luego están las estudiantes que no terminarán sus carreras en la universidad que eligieron y de la que se sienten parte. Quien nunca ha estado en una universidad americana le parecerá que eso no es para tanto, pero sí lo es. Allí casi nadie estudia en la universidad de su ciudad, por lo que decidirse por una en concreto, en muchos casos a miles de kilómetros de casa, es una apuesta por un tipo de educación, por un nombre, por un futuro.

Sweet Briar cierra sus puertas, pero a mí me las abrió hace 11 años. Me abrió la puerta a un país y a una gente maravillosa y también a una profesión. Ahora se acaba una etapa, se acaba Sweet Briar, pero no lo que allí aprendí. Enseñar español, nuestra cultura y nuestra literatura española, es lo que más me gusta y seguiré haciéndolo, volveré a entrar aunque tenga que ser por la ventana, por una de esas que dicen que se abre cuando se cierra una puerta. Gracias por todo Sweet Briar. Y mucha suerte a todos, siempre en mi corazón.

2 comentarios:

  1. Seguro que habrá muchas puertas y ventanas abiertas para ti, porque te lo mereces y porque sabrás buscarlas, para suerte de tus futuros alumnos. Ahora sólo quiero decirte que me enorgullece tu preocupación solidaria por los trabajadores y estudiantes de Sweet Briar, y me encanta que conserves siempre un sentimiento de afecto y gratitud hacia la institución que te permitió empezar a conocer al pueblo norteamericano y su cultura. Y ya se sabe que conocer es amar.

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  2. María, me encantó lo que pusiste, hoy leía sobre Sweet Briar en Higher Ed y nunca me imaginé que tuvieras esa conexión. Qué pena para todos, incluyendo a los profes, con el mercado de trabajo como está... Abrazo solidario.

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