Querida seño Vero:
Se acabó el
curso, primer año de mi acaparadordetiempo
en el cole y no puedo estar más
contenta de cómo ha transcurrido todo. El acaparadordetiempo
entró en septiembre andando, pero despacito y agarrándose a todo, y sale
ahora en junio corriendo, fiel metáfora de lo que ha significado para él el cole: una carrera hacia el aprendizaje y
la diversión. No ha habido ningún mal día, ningún berrinche al dejarlo allí, y
esto se debe claramente a la gran labor que hacen las seños por crear desde el primer momento un ambiente tranquilo,
alegre y de confianza para los niños. Mi pequeño acaparadordetiempo es un ser sociable y risueño, eso también ayuda,
pero hoy quiero reconocer el trabajo de las maestras porque he experimentado
cada día la tranquilidad de saber que dejaba a mi niño en buenas manos.
Las maestras
son esas personas que quieren a nuestros hijos desde el principio, sin
conocerlos, que les aguantan los llantos cuando quieren estar con mamá
inventando mil historias para distraer su atención, que nos ayudan a educarlos
y que les abren las puertas al conocimiento, que les dedican parte de su tiempo
libre preparándoles disfraces, juegos o actividades.
Nunca
entenderé a las personas que creen que no es buena idea llevar a un niño a la
guardería. ¿De qué creen que los protegen? ¿De infecciones? Mi acaparadordetiempo, como el resto de
niños, ha cogido este año varias gastroenteritis, bronquitis, otitis y alguna
que otra -itis más; si hubiera estado en casa probablemente no las habría
cogido (o al menos no tantas), pero tampoco habría conocido a su seño Vero y a las otras seños del cole, ni a Rodrigo, Bosco,
Alicia, Carmen, Gonzalo, Lola, Manu, Andrés, Miguel... No habría aprendido que
es más divertido jugar con otros niños, no sabría lo que es la alegría de tener
amigos y reencontrarse con ellos después del fin de semana, ni la satisfacción
de completar una ficha o la cara de emoción de papá cuando recibió su regalito
del día del padre. Habría aprendido cuál es el rojo y el amarillo igualmente, y
qué objeto es más pequeño o más grande, pero aprender y crecer rodeado de otros
niños es mucho más productivo y enriquecedor.
Gracias seño Vero por enseñarle tanto a mi acaparadordetiempo, por ayudarme a
hacerle comprender que no se pega, por aguantarle sus cabreos y cabezonerías,
por darle la mano en cada tropezón, por hacerle crecer en su autonomía y
confianza en sí mismo y en los demás y por hacer que yo me fuera al trabajo
absolutamente tranquila sabiendo que mi hijo estaba feliz contigo. Él es pequeño
y difícilmente se acordará cuando sea mayor de su seño Vero, pero yo le diré que fue una chica con una sonrisa
preciosa que le enseñó la canción de Pío y la de cumpleaños feliz, que le riñó
cuando se portó mal, que le dio besos y abrazos cuando se caía o cuando se
ponía triste, que le enseñó a pintar con los dedos, a lavarse las manos, los
colores, los tamaños…que fue, en definitiva, su primera maestra.
Y gracias por
extensión a todas las seños del cole y a mis amigas maestras. La educación de los primeros años es
crucial en la vida de los niños y se necesitan buenos profesionales y buenas
personas como vosotras. Gracias.