El pasado 25 de febrero llegué al trabajo con un nudo en la garganta terrible que solo fui capaz de desatar sentándome a escribir. Y esto fue lo que salió. Que lo ponga aquí hoy se debe a que hoy es San Antonio...
Son las 9:30 y hace 8 grados, con un airecillo frío que te
hiela las manos y la cara, y acabo de conocer a Antonio. La semana pasada
coincidí con él en la cola del súper; yo solo fui a por el pan…él también,
bueno, él también compró un poco de chóped. Y mientras otro cliente armaba un
lío enorme porque no sé quién le había hablado mal él le decía bajito a la
cajera que eso no eran problemas, que problema era no tener trabajo. Tenía acento
extranjero, pero no muy fuerte.
Hoy iba yo caminando al trabajo, con la nariz
metida en la bufanda, y él estaba donde siempre, en la Calle Asunción, sentado,
serio, callado, con su radio. He sentido la necesidad de hablar con él, de
preguntarle si con este frío había desayunado algo y me ha dicho que un café. Y
de ahí a empezar a hablarme sin parar… Creo que yo solo he dicho un par de
palabras más.
Antonio es portugués, de unos 50 años, y lleva desde el año 87 en
España. Ha trabajado de mil cosas: pintor, pastor, pinche de cocina, en el
campo… Y ahora está en la calle porque nunca nadie le hizo un contrato y no
tiene derecho a ninguna ayuda. Trabajó durante años cuidando ovejas y con la
eterna promesa de un contrato que nunca llegó. Su única familia son sus padres
y viven en una residencia en Portugal. Y él se ha visto en la calle, durmiendo
entre cartones que no pone hasta que la calle se queda desierta y que recoge
tempranito por la mañana. Jamás le he visto con un cartón de vino y tiene un
aspecto relativamente bueno para estar viviendo en la calle. Pasa el día
sentado en la puerta de lo que antes era una tienda de muebles con un cartel
que dice “hoy por mí, mañana por ti”. Y mientras me decía que no le deseaba a
nadie pasar por lo que está pasando, que trabajaría gratis a cambio de una
habitación y comida, que él es honrado y trabajador, que es muy duro estar en
la calle, se le saltaban las lágrimas… y a mí también, por él, por esa persona
tan querida a la que vi en una situación parecida, por este mundo tan injusto,
por no ser capaz de renunciar a tener la despensa a rebosar y ayudarle de
verdad.
Antonio, gracias por sacudirme la conciencia. Hay que buscar soluciones.
Hoy por ti.
...Y ¿qué más da que hoy sea San Antonio? Dudo mucho que signifique algo para él, dudo que alguien lo felicite, yo misma acabo de verlo sentado donde siempre y no le he dicho nada. Él no me mira, no creo que se acuerde de aquella conversación ni mucho menos de mí. Para él solo fue hablar de su vida durante 5 minutos, para mí fue mucho más.
Ole, mi cuña!!! Me alegro q te hayas aventurado a escribir sobre los misterios d esta vida q nos hace más humanos.
ResponderEliminarMaría...me ha gustado leerte y por supuesto me tienes de seguidora. Felicidades por tu encuentro con las letras. Sigue expresando tus sentimientos y emociones a través de ellas "por ti- por mi- por tod@s". Gracias.
ResponderEliminarFelicito a la Doña Señora por retomar su faceta de bloguera (también aquí es Bloguera Mayor). Seguiré con interés sus ratitospausté. Ya sabe vuecencia que a mí siempre me han gustado las letras, no en vano soy Vocal.
ResponderEliminarPermítame un abrazo de felicitación
Gracias cuñá, Tita y Don Estercacio, qué honor!!!
ResponderEliminarMe encanta leer tus publicaciones. Tienes un seguidor más.
ResponderEliminarGracias pequeño!
ResponderEliminarMagnífico, María. No lo conocía cuando se sentaba en Asunción...Abrazos!
ResponderEliminarGracias Edu!
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